martes, 9 de febrero de 2010

Invictus

Sudáfrica, Nelson Mandela es investido presidente del gobierno, uno de sus deseos es unir a las razas de su país que tanto tiempo han estado separadas a causa de apartheid, por un lado la mayoría negra que por primera vez han ejercido su derecho a votar democráticamente eligiéndolo a él y por otro la poderosa minoría blanca que lo metió en la cárcel durante 27 años. La manera que el líder sudafricano tiene de hacer que sus compatriotas se perdonen entre sí es trabajando en algo que les represente, los Springboks, la selección nacional de rugby, el problema es que el rugby en Sudáfrica es un deporte de blancos y los negros relacionan a los Springboks con el apartheid, ¿cómo hacer que la gran mayoría negra del país se identifique con los colores que tanto han odiado?, y todo ello impulsado por el líder que acaban de elegir.

Un nuevo drama deportivo en cartelera, aunque con este podríamos rizar el rizo y llamarlo drama político-deportivo ya que no deja de ser política y deporte de lo que se trata el film, Eastwood nos habla de política y de sentimientos pero sobre todo de perdón y sentido común, algo muy carente en el mundo de la política, de cómo un líder se juega el respeto de la mayoría que lo ha elegido por perdonar y de esta manera ser perdonado él y el resto de ciudadanos de color del país.

Invictus es una historia muy bien contada, perfecta en muchos aspectos, se hace muy emocionante tanto que se podría pensar que es una ficción con un mensaje conciliador, no sería la primera vez que eso se hace cogiendo un personaje real, pero no es el caso ya que la película de Eastwood es totalmente real, es decir y matizando, está basada en el libro El Factor Humano de John Carlin que a su vez está basado en un hecho real. El director consigue atraparte e incluso, como decía, emocionarte con los partidos. También es muy curiosa la subtrama que protagonizan los integrantes de la vigilancia personal del presidente, los miembros de confianza de color que se ven obligados a mezclarse con los del anterior presidente por supuesto de raza blanca.

Morgan Freeman se sale interpretando a Nelson Mandela en algunos momentos llegué a pensar, dejándome llevar por el relato, que era el propio Nelson, quizás un poquito demasiado abuelito entrañable; por otro lado tenemos a Matt Damon con un papel que no le permite lucirse lo más mínimo.





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3 comentarios:

Dr. Quatermass dijo...

Mario, me alegra de que disfrutaras de la película me parece espléndida como comenté en mi reseña. Pero es curioso como ha disgustado en muchos de los blogs que visito, parece que a Clint se le exige dos puntos por encima de la media. Ese papel de Freeman es insuperable. Damon hace lo que puede pero tampoco tiene mucho donde lucirse, y por cierto, increible su nominación.

Un saludo!

Anónimo dijo...

Me gustó mucho tu crítica. Refleja lo que se siente cuando se ve. La película me gustó. Son esas películas que cuando sales te sientes reconciliada con el mundo...al menos hasta que llegas al parking del multicines.
Besos Mario.

Onetwothree dijo...

A mí me pareció que intentó mezclar demasiadas cosas y se notaba que era un encargo con cierto tipo de directrices.

Técnicamente me parece muy buena, haciendo algunas apuestas en cuanto a planos bastante atrevida para lo que es Clint y la foto como dices muy buena, tanto por los paisajes de Sudáfrica como por cierta escena "nocturna".

Por cierto, en realidad no hay un buen retrato ni político ni humano de Mandela, porque como político sólo se centra en su utilización como vehículo de unificación el Rugby pero de las medidas políticas, sociales y económicas no se habla en ningún momento, y sobre el apartado humano también falla porque se le presenta como un "semi-dios" sólo hacíendole humano con algunos clichés como "el hombre abandonado por su familia", "su familia es el pueblo de Sudáfrica", etc..

Un saludo.