
Mirando el cartel e influenciado por el título de la cinta, en un principio creí que lo que iba a ver era otro cuento más de los subtitulados “basado en hechos reales”, y que no hay dios que se lo trague, o como mínimo otra historia de posesiones demoníacas en algún pueblo de la América profunda, pero no, nada más lejos de la realidad; aunque lo de basada en hechos reales tampoco hay dios que se lo trague, la historia no tiene nada que ver con exorcismos de ninguna clase, más bien la clasificaría como un thriller terrorífico.
Con un argumento muy ordenado, Peter Cornwell nos mete en el sufrimiento de Matt y de toda su familia por su enfermedad y sin perder ni un ápice de ese drama nos va asustando y manteniendo en tensión durante todo el film dándonos todos y cada uno de los datos para aclarar el misterio que guarda el caserón. Otro detalle a destacar es que aparte de la premisa típica de peli de terror (casa encantada e inquilinos atormentados), lo que más une a la historia con esa coletilla de basado en hechos reales, es la familia en sí, es decir madre desesperada y destrozada por la desgracia de la enfermedad de su hijo, padre alcohólico que al mínimo síntoma de desequilibrio familiar se abandona de nuevo a la bebida, todo ello potenciado por la mezcla de desesperación, dolor físico, incomprensión, aparente locura y curiosidad por los acontecimientos que transmite Kyle Gallner (Matt), dan un punto muy original de drama al resultado final.
En cuanto a Kyle Gallner, el protagonista, sabe hacernos ver el sufrimiento y desesperación, seguramente ayudado por su cara, un rostro muy adecuado para películas de este tipo, en ocasiones yo he visto en él a un nuevo Edward de Crepúsculo, Virginia Madsen en un justo y equilibrado papel de madre y por último Elias Koteas muy bien como el reverendo Popescu.
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